Se trata de uno de los mejores especialistas en el tema que, hoy por hoy, existen en Canarias, gracias en buena parte a la notable experiencia acumulada desde que la crisis empezó a cebarse en el tejido empresarial isleño. Por su despacho del bufete Medina&González Abogados han pasado un notable número de este tipo de expedientes, algunos originados por la difícil situación económica de auténticos gigantes de la economía del Archipiélago, pero, también no pocos relacionados con negocios modestos. Ahora, Carlos Luis González (Santa Cruz de Tenerife, 1967) asiste a lo que, como así todo apunta, a una nueva oleada de concursos de acreedores, antiguamente conocidos como quiebras.

-Las últimas estadísticas oficiales revelan un notable repunte en el número de concursos de acreedores en Canarias. ¿A qué obedece, en su opinión, esa subida? ¿Son, acaso, los primeros efectos de la anunciada desaceleración económica?

“Quiero creer que obedece a que el empresariado por fin ha entendido que el concurso de acreedores es una herramienta útil. Durante todos estos años, los empresarios han convivido con estos concursos, han aprendido a lidiar con ellos y han visto, sobre todo, que hay empresas que han sobrevivido a los mismos. Que no suponen el final del camino, sino que se trata de una herramienta útil para sobrevivir. Quiero pensar, insisto, que es eso. Que la gente le ha perdido el miedo al concurso de acreedores”.

-¿Es alto este repunte?

“Hemos vuelto a las mismas cifras del peor año tras la crisis”.

-¿En qué sentido puede ser útil a una empresa entrar en concurso de acreedores?

“Porque ayuda a superar la situación de insolvencia. No hablamos de empresas que no tienen ninguna viabilidad, esas empresas que están fuera de mercado y que ya no pueden competir, sino que estamos hablando de empresas que, en un momento determinado, atraviesan por problemas de liquidez a la hora de atender los pagos corrientes y que, gracias a un concurso de acreedores, pueden superar esa situación puntual. En este sentido, una sociedad que ya está en la vía de apremio por parte de las administraciones públicas, o que tiene señalada fecha para subasta de su local o de sus propiedades en general, etc., pueda paralizar ese tipo de actuaciones, seguir funcionando y volver a funcionar tras reestructurar su deuda y probablemente parte de la propia empresa, rearmarse para superar esa situación. Les da oxígeno para salir del atolladero”.

-¿Ha vivido experiencias como las que describe?

“Por supuesto que sí. Incluso con empresas de gran fuste, que gracias al concurso de acreedores, no solo no han dejado de funcionar sino que, además, no se han visto obligados a despedir parte de su plantilla”.

-¿Se puede decir, entonces, que la actual normativa sobre el concurso de acreedores, que son las antiguas quiebras, da las suficientes posibilidades para ofrecer una segunda oportunidad?

“Correcto. Lo cierto es que todavía persiste esa mentalidad de que al concurso de acreedores se va cuando ya no queda otra solución empresarial. Seguimos arrastrando esa rémora, y por eso son tal altos los porcentajes de concursos que terminan en liquidación. Pero aquellas otras empresas que han entendido que el concurso de acreedores es una herramienta válida y acuden en el momento adecuado, sin esperar al último momento”.

Grosso modo, ¿qué limitaciones y qué ventajas puede ofrecer a una empresa acogerse al concurso de acreedores?

“La primera limitación es que tendrá que afrontar en la vida profesional esa situación de concurso. Luego, hay que tener presente al administrador concursal, que será quien vigile todos los pagos y movimientos de la empresa. También están los gastos del concurso. En cuanto a las ventajas, pasan porque se pueden paralizar, en determinadas circunstancias, ejecuciones de carácter laboral o desde las administraciones públicas, así como la subasta de sus bienes. Se lo he resumido mucho, pero lo mejor es consultar con un profesional del Derecho”.

Entrevista realizada por Tinerfe Fumero en Diario de Avisos

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