Artículo de La Opinión de Tenerife 11/06/2018

Víctor Medina Fernández-Aceytuno nació en Granada, en 1962, en el seno de una familia numerosa en la que él es el más pequeño de diez hermanos. La familia lo tenía claro en cuanto a los estudios que finalmente cursarían los diez hermanos. El mundo de las leyes o el de la medicina fueron las ramas escogidas por ellos: cinco de ellos se dedicaron al mundo de la abogacía, otros tres son médicos y otros dos, ATS.

Poco antes de acabar la carrera, su hermano Francisco le llamó para que se trasladara a Tenerife a trabajar con él a su despacho. Y así lo hizo, siendo Santa Cruz de Tenerife la provincia en la que ha ejercido profesionalmente a través de su despacho. En su trayectoria profesional ha sido también decano del Ilustre Colegio de Abogados de Santa Cruz de Tenerife (Icatf) durante dos mandatos, tras los cuales decidió no presentarse a una tercera reelección.

Este letrado de 55 años es muy futbolero, y del Real Madrid (para que conste), por lo que asegura que se siente «muy feliz desde hace bastante tiempo con tres Champions ganadas en los tres últimos años». Sin embargo, ahora tiene un motivo más para sentirse feliz y muy orgulloso también. El Consejo General de la Abogacía le entregó el pasado 1 de junio la Gran Cruz al Mérito en el Servicio de la Abogacía.

Si se le pregunta por el balance que haría de su carrera, no duda en decir que «trabajar mucho». «En esta profesión, como en otras, para que te vaya bien hay que trabajar mucho y muy duro. No creo que descubra ningún secreto, pero así lo he hecho yo». Víctor Medina recuerda que cuando empezó a ejercer ya dentro del despacho de su hermano comenzó «tocando varios palos del Derecho, luego te vas quedando con aquello que más te gusta, pero tampoco es que se pueda escoger mucho; es la vida la que te va llevando prácticamente por un sendero. Es cierto que hemos trabajado mucho sobre asuntos contencioso administrativos y finalmente fue esta la rama por la que digamos que me especialicé», relata.

Fue decano del Icatf «durante diez años en una aventura que resultó muy gratificante y muy positiva». No obstante esa etapa de su vida fue «dura y trabajosa» porque durante buena parte de ella le tocó lidiar con los efectos de la crisis, entre otras cuestiones. Sin embargo, del tiempo que fue decano señala que «uno decide concurrir de forma libre y voluntariamente a una elección de este tipo, en la que son tus propios compañeros de profesión los que apuestan por ti y por el equipo que te acompaña. Aunque asumes el reto con mucha ilusión y de manera libre, es cierto que cuando llegas al Decanato ves el grado de responsabilidad que debes ejercer y que quizás sea mayor del que en un principio te imaginabas. Cuesta trabajo atender los asuntos del Colegio, se pierde dinero porque tienes que dejar aparcada la actividad del despacho por las tardes, y eso también te lleva a perder clientes, pero sin duda fue una experiencia que vale la pena sobre todo porque tuve unos compañeros que siempre me han apoyado».

«Como decano tienes mucha actividad institucional, asuntos que tratar con los compañeros, de mediación y actividades que organizar para que funcione el Colegio». Durante la etapa en la que Víctor Medina fue decano del Icatf se abordaron cuestiones que permitieron dar un paso más allá a la institución para dotarla de «modernidad». «No sé si se consiguió, pero esa fue la intención de todo el equipo. Seguramente se quedaron muchas cosas por hacer pero entre el Colegio que teníamos cuando llegamos al equipo de gobierno y el Colegio que dejamos, creo que había un cambio sustancial». «La gestión se profesionalizó y se dieron pasos de todo tipo para modernizarlo, no había otra opción».

Al equipo que lideró durante una década, le tocó «lidiar con la parte más dura de la crisis» y eso afectó en lo personal a las personas que formaban parte de ese equipo, como a muchas otras personas, «porque veías que habían compañeros que tenían que cerrar despachos y veías cómo cada vez eran más las personas que acudían al turno de oficio para acceder a la justicia gratuita».

Fue una etapa muy dura en la que también el Icatf tuvo que presentar una demanda contra el Gobierno de Canarias por la reducción de las minutas que debía abonar por los casos que se asumían en el turno de oficio. En total se reclamaron cerca de dos millones de euros en un litigio que finalmente ganaron los abogados. Fue el Tribunal Supremo el que, como consecuencia de un recurso del Colegio de Abogados de Santa Cruz de Tenerife, anulaba una orden de 2010 de la Consejería de Presidencia, Justicia y Seguridad con la que recortó las asignaciones a los abogados que prestan la justicia gratuita en Canarias.

Pero si este fue un momento tenso de su etapa como decano, recuerda que «peor fue cuando el ministro Alberto Ruiz-Gallardón instauró las tasas judiciales con las que limitaba el derecho a una tutela judicial efectiva, una medida que además ni recaudó lo que decía que se iba a recaudar, ni ese dinero se invirtió en lo que dijo que iba a invertirse, que era en una mejora de la Administración de Justicia», relata.

«Fueron momentos muy duros, de mucha lucha, con unos asuntos que al final se pudieron solucionar por la férrea oposición de todos, de la judicatura, la abogacía y la ciudadanía, y fueron también elementos que determinaron que el Icatf lo declarara persona non grata a un ministro que había hecho tanto daño».

Cuando se conversa sobre el estado de la Justicia en España no puede dejar de salir en algún momento de la conversación el tema de la politización. En este caso, Víctor Medina asegura que «la justicia no está peor que nunca ni más politizada de lo que lo ha podido estar en tiempos anteriores. Yo la veo igual que hace 20 años, no es muy diferente la politización que podría haber entonces de la que hay ahora, lo que ocurre es que ahora estamos viviendo este momento y siempre nos parece que los asuntos actuales tienen más peso que los pasados», asegura.

«Y sobre el funcionamiento de la Justicia tampoco creo que se haya empeorado demasiado. Ahora la gente se lleva las manos a la cabeza cuando ve lo que se tarda en resolver un pleito, pero lo cierto es que cuando yo empecé a ejercer se tardaba más o menos lo mismo, con señalamientos para un año o año y medio vista».

Medina declaró una vez que «lo que necesita la Administración de Justicia es una voladura incontrolada» porque «no se puede seguir poniendo nada más que parches a cada poco tiempo, quizás mis declaraciones hayan sido demasiado drásticas, pero para cambiar las cosas de tal forma que se produzcan cambios reales habrá que hacer algo de este tipo». «Hay un componente de politización del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) porque venimos de una dictadura y aunque a los más jóvenes le pueda parecer como algo muy antiguo, en realidad no lo es. Venimos de ahí, por lo que para romper con ese pasado, todo se revistió de una pátina democrática y por ello el que se hubiera escogido la fórmula de elección a través de los partidos políticos que formaban parte del Congreso de los Diputados tenía cierta lógica. Seguramente ya es hora de que cambie el sistema porque es descorazonador. Hay que partir de la base de que en este órgano de gobierno de los jueces debe haber magistrados que ya no tienen que estar devolviendo ningún favor a nadie».

Medina tampoco quiere dejar de lado la futura ubicación de la Ciudad de la Justicia de Santa Cruz. «Claramente debe estar en Cabo Llanos, lo que no entiendo es por qué se reabre el debate cuando ya se planteó en 2006, está en el PGO y hay hasta un proyecto para hacerlo. En aquel entonces hubo presiones y debates para que se construyera cerca del Muñeco de Nieve, pero también se superó y recuerdo incluso ir a la presentación de la maqueta de la torre que se iba a construir en Cabo Llanos y que debía estar terminada ya, pero llegó la crisis y no se pudo ejecutar», recuerda.

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